Un dragón es una chispa de la fuente celestial que porta el fuego divino cobrado vida. Representa el poder mágico del universo y es el guardián de la magia, de los elementos y su poder, y del yin y el yang, que mantienen en equilibrio la vida en nuestra Tierra.
Los dragones viven en la realidad, a la que pertenecen como guardianes del conocimiento mágico.
La magia es el conocimiento del conocimiento.
La magia es lo más natural de la Tierra. Magia es todo lo que te atrae.
Magia es cuando plantas una semilla de girasol en la tierra y de ella crece un girasol alto y magnífico.
Magia es cuando te digo lo maravilloso que eres y te arranco una sonrisa. La magia nos rodea, está en todas partes. Es etérea, está inundada de luz y es poderosa.
Los dragones son mágicos y siempre han existido. Estuvieron presentes en la creación de nuestra galaxia, en el momento en que se les encomendó su tarea.
Son más antiguos que todos los planetas, más antiguos que cualquier alma.
Tienen una línea directa con La Fuente de toda existencia. Sólo por eso experimentamos una sensación de asombro al ver un dragón o, tal vez incluso un ligero escalofrío de miedo: tememos su poder lo cual es un sentimiento de nuestro inconsciente colectivo.
Ser poderoso tiene asociaciones negativas para muchos, pero no tiene por qué ser así. Sólo es negativo cuando se abusa del poder. Los dragones son puro amor.
Si un dragón te toca, desea enseñarte a ocupar el lugar que se ha preparado para ti.
Te pondrá en contacto con grandes fuerzas y te enseñará a dominar el poder de los elementos.
Es el guardián de todo el conocimiento del universo. Te enseñará a seguir tu propio camino con valentía y a crecer más allá de ti mismo.
Fuente: Fader, Christine Arana. El pequeño libro de los dragones